La primera causa de muerte no natural en nuestro país debería ser un tema primordial de abordaje en todos los ámbitos, y no lo es. Excepto cuando llegan las elecciones y hay que (tristemente) posturear haciendo creer a la sociedad que este tema importa algo.
Ocho años esperando medidas, planes específicos para prevenir suicidios, más contrataciones de profesionales y… nunca llegan.
Según el INE, 25.911 personas se han suicidado en España desde el 2014 hasta el 2022.
Sin salud (mental) no hay economía, ni política, ni ciencia, ni investigación, ni nada. Entendámoslo.
Un estudio de la Universidad de La Rioja que está en marcha desde el año pasado con 6.000 jóvenes de entre 14 y 19 años de varias CCAA arrojó los siguientes titulares:
El 19% de los jóvenes ha deseado estar muerto alguna vez en el último año.
El 15% tiene ideas de quitarse la vida.
El 7% ha planificado quitarse la vida alguna vez.
Una intervención en contexto educativo reduce un 34% los intentos y un 13% la ideación suicida.
Un 61% de jóvenes ha buscado en internet y redes sociales información sobre cómo suicidarse.
Hubo un pequeño descenso de suicidios durante el confinamiento, pero después se ha producido un repunte.
En agosto de 2020 hubo un 34% más de suicidios que en agosto de 2019. Han aumentado factores de riesgo como las patologías psiquiátricas, los trastornos de conducta alimentaria, las autolesiones, la depresión…
En los últimos tres años, en Madrid se han incrementado las intervenciones por parte de profesionales como bomberos por tentativa suicida un 75%.
En 2020, el 061 de Andalucía recibió 7.500 llamadas relacionadas con el suicidio. En 2021 fueron 9.000. La persona más joven que ha llamado es un niño de 11 años. La mayor, una de 95.
El estado emocional de la población española es pesimista, el 57% se siente “preocupado, temeroso, deprimido o triste” y un 14,5 % ha tenido ideas suicidas o ha intentado quitarse la vida, según el informe “La situación de la salud mental en España”, presentado por la fundación Mutua Madrileña y la Confederación Española de salud mental.
Cuatro de cada diez españoles reconocen no tener una buena salud mental. Solo tres de cada diez jóvenes están satisfechos con su salud mental. Seis de cada diez españoles se sienten preocupados, temerosos, deprimidos o tristes. Dos de cada tres jóvenes sufren ataques de ansiedad y un tercio ha intentado o pensado suicidarse. Las dificultades económicas, la precariedad laboral y la incertidumbre hacia el futuro son algunos de los principales causantes de estas estadísticas. Solo el 11% de la gente se atreve a contar esto. Dos de cada diez españoles consumen psicofármacos y uno de cada cuatro acude a consulta con un especialista.
Después de los datos abrumadores solo puedo hacerme una pregunta en bucle:
¿Cuántas vidas más se necesita en nuestro país para que no se mire hacia otro lado?
